Lucy, es la referente del comedor comunitario El alfarero, enclavado en la villa 21-24 en Barracas, con trabajo, capacitación y en la pelea por el acceso al derecho a la educación y a la salud, se busca cambiar la dura realidad cotidiana de los vecinos y vecinas del barrio, buscando crear conciencia y organización popular.
Haciendo un poco de historia…
Lucy se desempeñó como empleada administrativa en la Mutual Flor de Ceibo desde el año 1986 y hasta 1992, cuando el rumbo que decidieron tomar sus compañeros era muy distinto al de ella y las diferencias políticas se acentuaban día a día. Le comentaron que había unos terrenos que son los mismos en donde hoy se encuentra y allí se fue
No fue fácil empezar, recibió amenazas de todo tipo. Se ha quedado noches enteras haciendo “guardia” porque cuando empezaban a levantar una pared, venían y se la tiraban abajo. Eran los “punteros” de la villa que con prácticas clientelistas y negociando con la pobreza mantenían a los vecinos “bajo sus alas”. Cuando pudieron terminar la construcción, se inauguró La Casa del Niño, donde funcionaron talleres de capacitación en electricidad. Con el primer subsidio que consiguieron (Ministerio del Interior, Ministerio de Trabajo) comenzaron a dar la merienda a los pibes que se acercaban. En el ´98 se conformaron como Asociación Civil. Y entre 1997 y 2000 mediante un convenio con la Carrera de Kinesiología, de la Facultad de Medicina de la UBA trabajaron en la rehabilitación de personas con capacidades diferentes.
Hoy en este espacio funciona un comedor al que asisten 400 personas por día, forman parte de la red de comedores comunitarios y desde allí participan activamente de la discusión y confección del Programa Alimentario y de la reglamentación de la Ley de Comedores. Desde ese ámbito integran también una Red de Deportes que convoca a todos los pibes del barrio. Brindan apoyo escolar a cargo de maestras y maestros que colaboran con ellos. Funciona allí desde hace unos meses una panadería con venta al público. Entre los productos que ofrecen hay pan, facturas (después de que nos insistieran pocos segundos, las probamos, ¡muy buenas!) y comidas rápidas. Utilizan los recursos que obtienen para comprar las materias primas necesarias para llevar estos proyectos adelante. Ofrecen talleres de panadería y cerámica, y para los más pequeños ludoteca que es un lugar para jugar, imaginar, compartir y crear. Tienen además, una huerta orgánica muy bien abastecida y cuidada.
Este año terminaron de construir una guardería y un jardín de infantes al que asisten niños y niñas desde los 45 días hasta los 4 años. La idea es no solo albergar a los hijos, mientras sus mamás trabajan, sino ayudarlas con la crianza en general, ya que la mayoría son muy jovencitas, están solas y carecen de recursos. Acompañándolas y preparándolas en distintos aspectos importantes como es el cuidado, la higiene, la alimentación y la salud, articulando actividades con el Cesac n° 35 que depende del Hospital Penna.
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